La Grand Cherokee tiene grandes dimensiones y una estética muy conservadora y clásica que no se actualiza desde 2013.
El perfil es el de la arquetípica camioneta 4x4, que no por nada la Grand Cherokee epitomiza en el imaginario vernáculo desde los 90’: líneas rectas más bien cuadradas (pero no TAN cuadradas) y unas proporciones relativamente más anchas que altas.
La trompa se caracteriza por las siete bandas verticales características de Jeep y unas ópticas chicas y planas, llamativamente discretas – valga la contradicción – para los estándares del diseño actual.
La carrocería, aversa a trivialidades estéticas, transmite un mensaje claro de funcionalidad y eficiencia, sin la más remota intención de seducir la mirada.
Se sabe, para una buena parte del público la discreción es una virtud sagrada.
Las versiones Limited y Overland cuentan con un motor naftero V6 de 3.6 litros, llamado Pentastar, capaz de desarrollar una potencia de hasta 285 CV y un torque de 347 Nm. Es un – no tan – pequeño monstruo, de funcionamiento progresivo, suave y silencioso.
La Grand Cherokee SRT sube la apuesta con un motor V8 Hemi de 6.4 litros de cilindrada, que desarrolla hasta 472 CV (glup!) y 624 Nm de torque. Los números impactan por sí solos. Esto es un brutal muscle-car americano atrapado en una camioneta todoterreno.
Toda la gama tiene una caja automática de 8 velocidades y la tracción es 4x4 integral con sistema Quadra Trac II en el caso de la Limited y la Overland y Quadra Trac Active en el caso de la SRT. Estos sistemas actúan sobre el motor, la transmisión, los frenos y la suspensión permitiendo optar entre 5 configuraciones para distintos tipos de manejo.
Con el motor V6 la aceleración de 0 a 100 km/h es de 9,8 segundos. La velocidad máxima es de 213 km/h.
En ruta a 130 km/h consume 11,3 litros cada 100 km recorridos. Es muy alto en comparación a un “auto común” pero es excelente para una camioneta de este peso y porte. En ciudad, el valor se dispara a unos 17 litros cada 100 km en promedio.
Para compensar, el tanque de combustible tiene una capacidad de 93 litros que brinda una gran autonomía.
Con el motor V8 la aceleración de 0 a 100 km/h es de… 5,4 segundos. Hay que repetirlo: 5,4 segundos. Es un escándalo.
Obviamente, los consumos de este tiranosaurio con cilindros alcanzan niveles catastróficos: 9,7 litros cada 100 km en ruta a 100 km/h (tolerable), 14,5 litros a 130 km/h (muy doloroso) y unos 24,5 litros en ciudad (coma inducido).
Las suspensiones son totalmente independientes en las cuatro ruedas, además de contar con el sistema neumático Quadra-Lift, exclusivo de la Overland, que permite variar el despeje según la situación de manejo, elevándolo hasta unos 27 cm. o bajándolo hasta 16 cm.
Esto brinda un confort de marcha inigualable que se ve algo contrarrestado por el perfil bajo de los neumáticos, especialmente en cunetas y baches típicos de la circulación urbana.
En autopistas y rutas, en viajes largos, es poco menos que el vehículo ideal. Ante exigencias, como curvas a alta velocidad o maniobras un poco bruscas, tiene reacciones previsibles administradas, además, por el control de estabilidad.
La dirección está asistida electrónicamente: es muy suave pero un poco lenta para maniobrar las casi 2 toneladas y media de la carrocería. No es tan ágil a la hora de doblar.
El desempeño en terrenos offroad es excelente, gracias al mencionado Quadra-Lift que regula los ángulos de ataque, y a los cinco modos de manejo que ofrece el sistema de tracción integral. Además, cuenta con reductora para optimizar el empuje ante situaciones difíciles. Es uno de los vehículos de su segmento mejor preparados para este tipo de manejo.
Si bien la SRT conserva la función Selec-Terrain y la tracción integral, no es la versión ideal para la circulación todoterreno. Por ejemplo, no tiene reductora como sí tiene la Overland. Esto no implica que no se la pueda sacar del asfalto, pero sí que no está 100% configurada para obtener la más alta performance offroad.
El interior se caracteriza por muy altos estándares de calidad en los materiales, los encastres y las terminaciones. Los detalles estéticos, si bien sobrios, son de buen gusto y a esto se le suma una muy buena insonorización general.
La posición del conductor es privilegiada: las butacas tienen regulación electrónica en ocho direcciones (también la del acompañante) con memorias que incluyen también la radio y los espejos. El volante está calefaccionado (solo versión Overland) y tiene doble regulación electrónica; como si fuera poco, las butacas están calefaccionadas y ventiladas en todas las versiones.
Las plazas traseras son muy cómodas: las butacas están calefaccionadas y pueden reclinarse para mayor confort. El espacio para las piernas y para la cabeza sobra.
En todas las versiones, cuenta con techo panorámico con black-out.
El baúl es algo justo y poco profundo, pero puede suplementarse rebatiendo las butacas traseras hacia adelante.
Por ser un vehículo premium, cuenta con muy buenos accesorios.
Entre ellos se cuentan: climatizador automático bi-zona, sistema de encendido sin llave, levas al volante, control de velocidad crucero, portón trasero de apertura eléctrica, sensor de estacionamiento trasero y delantero, cámara de retroceso y función de conducción ecológica.
Todo esto está disponible en todas las versiones. Las diferencias a favor de la Overland están fundamentalmente en el ya mencionado sistema Quadra-Lift y algunos pequeños detalles como el volante calefaccionado.
La versión SRT cuenta en modo exclusivo con el sistema Launch Control, una computadora que optimiza las variables de aceleración, y un asistente de estacionamiento semi-automático.
El tablero consiste en dos cuadrantes embutidos independientes que miden las cuatro magnitudes principales (velocidad, revoluciones, temperatura y combustible). En el centro cuenta con un display central LCD de 7’’ con mucha información.
El sistema multimedia se basa en una pantalla táctil Uconnect de 8,4’’ que incluye conectividad AUX, USB, RCA, HDMI y Bluetooth, compatibilidad Android Auto y Apple Car Play, navegador satelital, reproductor de DVD y Blue-Ray con dos pantallas para las plazas traseras que incluyen auriculares bluetooth y control remoto. En la SRT, el sistema de sonido es premium, marca Harman Kardon. Asombrosamente completo.
Todas las funciones de seguridad son de serie.
Estas incluyen 7 airbags (frontales, laterales, de cortina y de rodilla para el conductor), control de estabilidad, control de tracción, control de mitigación de rolido, control de arranque y descenso en pendiente, cinturones de 3 puntos en las 5 plazas, ganchos isofix, sistema de control de presión de neumáticos y frenos ABS con EBD.
Es un sistema súper completo. Por ser un modelo relativamente viejo que no ha recibido grandes actualizaciones desde 2014, no cuenta con los sistemas de seguridad activa comunes hoy en día, como alerta de punto ciego, alerta de cambio de carril o frenado autónomo de emergencia.
La rueda de auxilio es igual a las otras cuatro. ¡Bien ahí!
La Grand Cherokee, en general, no rivaliza con sus pares alemanas pero cuenta con la ventaja de ser más accesible. Es decir: por un precio no tan exorbitante Jeep posibilita la compra de un verdadero todoterreno con un excelente nivel general de equipamiento.
Es un vehículo muy caro – y más en nuestro mercado atorado de impuestos – pero para lo que ofrece y dentro de su segmento hiper-exclusivo tiene una interesante relación precio-producto. No por nada se vende más que cualquiera de sus rivales e, incluso, que su prima más barata, la Jeep Cherokee.
Sus principales fortalezas radican en el altísimo nivel de confort, el excelente sistema de suspensión neumática de la Overland y las muy sólidas prestaciones para la circulación offroad.
En contra, se puede mencionar el alto consumo en ciudad, un comportamiento que se puede volver algo áspero en ciudad y una dirección poco ágil en la ruta. También carece de algunas de las funciones de seguridad más modernas del mercado.
Más allá de la sintonía fina, es un fierrazo. ¡Quien pudiera!