En 2016 el diseño exterior del Prisma fue mejorado inspirándose en las líneas del Cruze. La estética es indudablemente moderna y agresiva, muy bien proporcionada, dotada de líneas dinámicas y estilo.
Uno de los principales logros de diseño es la integración armónica del tercer volumen, que guarda continuidad con el resto de la carrocería y no genera la impresión de ser un “implante”.
El Prisma cuenta con motor 1.4 98 CV a 6000 vueltas de 8 válvulas remodelado en el restyling para mejorar prestaciones de consumo. Es un motor de baja potencia, pero que resulta ágil, con buena aceleración, buena respuesta en baja, silencioso y estable.
La caja es manual de 5 marchas o automática secuencial de 6 marchas en el LTZ AT. La tracción es delantera.
El motor del Prisma acelera de 0 a 100 km/h en 11,6 segundos y alcanza una velocidad máxima de 177 km/h.
Es un motor bastante consumidor en ciudad: 10 litros cada 100 km. En ruta insume 6,2 litros cada 100/km a 100 km/h y 8 a 130 km/h.
Frena bien, de 100 a 0 km/h en 42 metros.
Como se verá, son prestaciones modestas, pero acordes a la segmentación y el precio del producto.
Cuenta con suspensiones bien equilibradas, que brindan un confort de marcha adecuado en ciudad y estable en ruta. Resuelve bien las curvas y tiene buena estabilidad con vientos laterales.
El selector de cambios es excelente, pero la dirección resulta algo lenta y perezosa, demasiado asistida en ruta y en ciudad da la sensación de que el volante no vuelve solo: hay que llevarlo a la posición original al salir del giro.
Tanto el Prisma como el Onix son vehículos pensados para la ciudad, que pueden quedar algo cortos ante exigencias en ruta, tanto en suspensión y dirección como en los regímenes del motor.
Cuenta con buena habitabilidad interior. El panel es agradable a los ojos. Viene con tapizado textil para la versión base y en cuero ecológico para las versiones LTZ. En cambio, no tiene superficies soft-touch, y algunos encastres plásticos podrían ser de mejor calidad.
La dirección es regulable solo en altura y la butaca de conducción es un poco alta, aunque también es regulable en altura. La posición de manejo es aceptable, pero nadadel otro mundo.
El espacio trasero lo mismo: aceptable: el techo puede resultar algo bajo para la cabeza de un pasajero adulto, pero hay espacio suficiente para las piernas y lugar generoso para tres personas.
Destaca la buena insonorización del motor y el material rodante, gracias al doble burlete en las puertas, y el baúl es bastante espacioso.
La totalidad de la gama ofrece aire acondicionado, apertura interna de baúl y tapa de combustible, computadora de abordo, espejos exteriores con regulación eléctrica y levantavidrios eléctricos delanteros.
La versión LTZ le suma cámara de visión trasera, sensor de estacionamiento trasero y levantavidrios eléctricos traseros.
El LTZ AT, además de la caja automática incorpora el control de crucero que es lo más sofisticado que vamos a encontrar, por ahora, en toda la gama.
El tablero es híbrido tipo “de moto” con cuentavueltas analógico y velocímetro digital. De buena lectura, claro, pero un poco discutible desde el punto de vista estético. Hay quienes se acostumbrarán más y quienes se acostumbrarán menos.
Como corresponde, el sistema multimedia incorpora MyLink en toda la gama, con su pantalla táctil de 7’’ y buena conectividad. Lamentablemente el sistema no tiene controles en el volante.
Las prestaciones de seguridad son básicas para toda la gama. El Prisma viene con el mínimo denominador común a esta altura del siglo XXI: frenos ABS con EBS y airbag delantero para conductor y acompañante.
¡Ojo! La versión LTZ se la juega y agrega faros antiniebla traseros y delanteros. Importante, pero insuficiente.
No tiene control de tracción ni estabilidad, y mucho menos asistente de carril, alertas de punto ciego, frenado automático, etc.
La frutilla del postre: la rueda de auxilio es temporal.
La línea Onix / Prisma apunta a ser el auto “popular” de GM, ofreciendo un precio accesible combinado con un muy buen diseño integral. La idea es que el comprador ahorre dinero sin sentir que está adquiriendo un producto poco agraciado o desactualizado (como puede ocurrir con el Cobalt, o la versión JOY).
Lamentablemente, el recorte en el precio tenía que cerrar por algún lado: esto explica la falta de equipamiento y tecnología de seguridad que ofrece la gama en general.
Es de esperar que la nueva generación de Onix 2020 – donde el Prisma dejará de llamarse Prisma y pasará a ser el Onix Plus – solvente estas carencias con un producto más acorde a los tiempos a un precio seguramente más elevado, pero aún competitivo.