El Joy conserva la esencia del último restyling de la vieja generación de Chevrolet Onix, lanzado en 2016.
Se trata de un perfil compacto, “redondito”, que no obstante mantiene una estética moderna y agresiva, muy bien proporcionada, dotada de líneas dinámicas y estilo.
Esto se siente particularmente en la trompa, destacada por una generosa parrilla y unas ópticas bastante afiladas.
Si bien es un diseño de carrocería relativamente viejo – ya tiene 5 años en las calles – representa un salto de calidad y actualidad en comparación con el anterior Onix Joy, que databa de 2013.
Puede decirse que la entrada de gama de Chevrolet luce más que bien.
El Joy mantiene el motor 1.4 de 98 CV y 126 Nm que propulsaba la anterior generación Onix. Es un motor de baja potencia, pero que resulta ágil, con buena aceleración, buena respuesta en baja, silencioso y estable.
La caja es manual de 5 marchas (no hay versiones automáticas) y la tracción es delantera.
El Joy acelera de 0 a 100 km/h en 11,6 segundos y alcanza una velocidad máxima de 177 km/h.
Es un motor bastante consumidor en ciudad: 10 litros cada 100 km. En ruta insume 6,2 litros cada 100/km a 100 km/h y 8 a 130 km/h.
Frena bien, de 100 a 0 km/h en 42 metros.
Como se verá, son prestaciones mundanas, pero acordes a la segmentación y el precio del producto.
Cuenta con suspensiones bien equilibradas, que dotan al Joy de un confort de marcha adecuado en ciudad y estable en ruta. Resuelve bien las curvas y tiene buena estabilidad con vientos laterales.
El selector de cambios es excelente, pero la dirección resulta algo lenta y perezosa: demasiado asistida en ruta y en ciudad da la sensación de que el volante no vuelve solo, hay que llevarlo a la posición original al salir del giro.
Tanto el Joy como el Joy Plus son vehículos pensados para la ciudad, que pueden quedar algo “cortos” ante exigencias en ruta, tanto en suspensión y dirección como en los regímenes del motor.
A pesar de su tamaño reducido, el Joy cuenta con buena habitabilidad interior. El panel es agradable a los ojos. Viene con tapizado textil y no tiene superficies soft-touch; algunos encastres plásticos podrían ser de mejor calidad.
La dirección no es regulable y la butaca de conducción es un poco alta, aunque es regulable en altura. La posición de manejo es aceptable, pero nada del otro mundo.
El espacio trasero, lo mismo: aceptable: el techo puede resultar algo bajo para la cabeza de un pasajero adulto, pero hay espacio suficiente para las piernas y lugar generoso para tres personas.
Destacan la buena insonorización del motor y el material rodante y el baúl es bastante espacioso, teniendo en cuenta que se trata de un hatckback.
A pesar de ser esencialmente el mismo auto por fuera, el Joy viene más despojado aún que el viejo Onix LT.
Como ítems destacados, ofrece solamente aire acondicionado, apertura de baúl a control remoto y levantavidrios eléctricos en los asientos delanteros. Hasta ahí llegamos.
Como quien dice, un entry-level purasangre.
La edición Black se diferencia por tener luz diurna LED y unos pocos detalles estéticos, como el moño de Chevrolet frontal color negro. Fuera de eso, el equipamiento es el mismo.
El Joy conserva el mismo tablero híbrido tipo “de moto” del Onix: cuentavueltas analógico y velocímetro digital. De buena lectura, claro, pero un polémico desde el punto de vista estético. Hay quienes se acostumbrarán más y quienes se acostumbrarán menos.
El sistema multimedia consiste simplemente en una radio AM/FM con conexión USB y Bluetooth para escuchar audio externo. No tiene pantalla digital ni sistema MyLink.
Las prestaciones de seguridad cumplen con el mínimo denominador: frenos ABS con EBS, airbags para conductor y acompañante y ganchos ISOFIX.
Lamentablemente, el Joy no tiene control de tracción ni estabilidad. Se entiende dentro de la estrategia de ofrecer un auto bien económico, pero quizás en materia de seguridad deberían evitarse ciertos recortes.
La línea Joy ocupa el nicho más accesible de GM, ofreciendo un precio muy conveniente a costa de todo tipo de prestaciones.
Esto implica un diseño desactualizado, equipamiento rudimentario y una tecnología de seguridad que se aleja demasiado del estándar vigente.
Es ante todo una opción si estás contando los pesos para comprar tu primer 0km y ya redujiste al mínimo tus pretensiones de confort. Si tu presupuesto puede estirarse un poco más, hay varias opciones más recomendables.