Si te gusta el perfil bajo y querés pasar desapercibido, el Camaro no es para vos. Se trata de un diseño coupé impactante y llamativo por donde se lo mire, un felino listo para salir de cacería. Es imposible sacarlo a pasear por la ciudad sin atraer miradas sorprendidas, selfies de todo tipo y hasta policías entusiastas que se inventan una excusa para pararte y ver a la bestia bien de cerca.
No puede decirse siquiera que sea un auto “lindo”: es algo mucho más visceral. Su cuerpo es sumamente robusto y el techo del habitáculo apenas si se eleva por sobre el perfil. Esta impresionante fortaleza visual es seguramente uno de los principales argumentos de venta del Camaro.
La motorización es la misma de la 5ta generación, pero diferente a la vez. Por un lado conserva el consagrado motor V8 de 6,2 litros, solo que con unos tremendos 462 CV contra los 405 de la generación anterior, a pesar de tener solo dos válvulas por cilindro (16v). Si estamos manejando “tranqui” – en ciudad o tramos de velocidad constante – se desactivan automáticamente 4 de los 8 cilindros para optimizar el consumo.
La caja de marchas es automática, con 8 cambios, convertidor de par y secuenciador con levas al volante.
La tracción del motor se produce en las ruedas traseras.
Con una velocidad máxima 290 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo 4,2 segundos – ¡un segundo menos que el Camaro anterior! –, es un vehículo de una potencia descomunal que, además, se siente en el cuerpo al conducir.
Previsiblemente, el lado “negativo” viene por el lado del consumo de combustible. En condiciones favorables de circulación en ruta se puede lograr un indicador cercano a los 10,5 l/100 km, equivalente a lo que consume en ciudad un auto “promedio”.
Ahora: en avenidas y calles transitadas el Camaro puede llegar a unos desopilantes 25-30 l/100 km. La desactivación automática de los cilindros y el menor peso total han ayudado a mejorar esta prestación, pero un V8 es un V8: siempre va a pedir mucha nafta.
El Camaro ofrece cuatro modos preconfigurados de manejo: Ride, Sport, Track y Snow, con diferentes respuestas de dirección, tracción y consumo. Cuenta con control electrónico de tracción.
Contrariamente a lo que se puede esperar de un deportivo de pura cepa, el manejo es confortable y no tan áspero, gracias a la desactivación automática de cilindros, a la suspensión trasera independiente y a la muy silenciosa caja automática.
Por su gran tamaño y su bajo despeje, es relativamente incómodo para conducir en ciudades y avenidas transitadas. Se complica en calles poceadas, empedradas o de ripio.
Por definición, el Camaro es un auto grande, bajo y muy ancho. La posición de manejo permite la regulación del volante en altura y profundidad y la regulación eléctrica de la butaca: altura, respaldo y tilt. Como corresponde a un deportivo, la butaca se puede configurar para estar bien abajo.
La decoración interior es rectilínea, simple, espartana, con volúmenes retro en la parte de la calefacción. Se puede controlar la iluminación ambiental del habitáculo desde la pantalla multimedia, con muchas preferencias de colores para elegir.
Las plazas traseras son solo para uso ocasional o para niños. Tienen una accesibilidad complicada, por ser un dos puertas, y muy poco espacio. Esto no es una falencia sino algo totalmente habitual en autos deportivos.
En contrapartida, el baúl es relativamente generoso.
El equipamiento es muy completo, aunque no a la altura de sus rivales europeos. Entre otras cosas, cuenta con desbloqueo de puertas por aproximación, arranque por control remoto, cargador inalámbrico y arranque sin llave.
El tablero cuenta con seis indicadores de aguja (velocidad, cuentavueltas, nivel de aceite, combustible, batería y temperatura del motor). Además, posee un display digital central que mide desde la presión de cada neumático hasta la fuerza G.
El sistema multimedia se basa en el sistema de Chevrolet MyLink, con Android Auto y Apple Car Play en pantalla táctil de 8’’. Los controles de la radio están también en el volante.
El Camaro viene con 8 Airbags, y frenos ABS.
Además, cuenta con alerta de movimiento trasero, alerta de punto ciego con sensor de aproximación repentina, control de tracción, así como un sistema de estabilidad de última generación.
Como otros deportivos, tiene neumáticos Run-flat, que permiten andar aún con pinchazos, sin necesidad de rueda de auxilio.
Obviamente, tratándose de un deportivo legendario – casi de colección – súper equipado y costoso, el Camaro es incomparable y, además, no es para cualquiera.
Conceptualmente, es una máquina asombrosa que entusiasma incluso a hasta quienes suelen ser indiferentes a los autos. De ahí a efectivamente adquirirlo, hay una brecha importante donde cuenta, sobre todo, la billetera.
Si eso no fuera un problema, la decisión de compra pasará por la conveniencia o no de tener un auténtico deportivo muy impráctico e ineficiente en ciudad cuyo máximo provecho se obtiene en circuitos de competición. En este sentido, el principal argumento de venta tendrá que ver con la mística y el deseo.